Dios no juega a los dados





El misterio es lo más hermoso que nos es dado sentir. Es la sensación fundamental, la cuna del arte y de la ciencia verdaderos. Quien no la conoce, quien no puede asombrarse ni maravillarse, está muerto. Sus ojos se han extinguido.

Esta experiencia de los misterioso -aunque mezclada de temor- ha generado también la religión. Pero la verdadera religiosidad es saber de esta Existencia impenetrable para nosotros, saber que hay manifestaciones de la Razón más profunda y de la Belleza más resplandeciente sólo asequibles en su forma más elemental para el intelecto.

En ese sentido, y solo en éste, pertenezco a los hombres profundamente religiosos. Un Dios que recompense y castigue a seres creados por él mismo que, en otras palabras, tenga voluntad semejante a la nuestra, me resulta imposible de imaginar. Tampoco quiero ni puedo pensar que el individuo sobreviva a su muerte corporal, que las almas débiles alimenten esos pensamientos por miedo, o por un ridículo egoísmo. A mí me basta con el misterio de la eternidad de la Vida, con el presentimiento y la conciencia de la construcción prodigiosa de lo existente, con la honesta aspiración de comprender hasta la mínima parte de razón que podamos discernir en la obra de la Naturaleza.


Albert Einstein
Mi visión del mundo

Photo: G. M.




uno






Aguirre, la ira de dios









Un solo hombre ha nacido
un solo hombre ha muerto
en la tierra.


J. L. Borges
Tú (fragmento)






Ars longa vita brevis





El poder arrobador de muchas obras de arte puede ser atribuido a que sus creadores han pintado escenas, personas y objetos que recuerdan al espectador lo que, consciente o inconscientemente, sabe del Otro Mundo en el fondo de su mente.


Aldous Huxley

Las puertas de la percepción







El advenimiento






Soy el que fui en el alba, entre la tribu.
Tendido en mi rincón de la caverna,
pujaba por hundirme en las oscuras
aguas del sueño. Espectros de animales
heridos por la esquirla de la flecha
daban horror a las tinieblas. Algo,
quizá la ejecución de una promesa,
la muerte de un rival en la montaña,
quizá el amor, quizá una piedra mágica,
me había sido otorgado. Lo he perdido.
Gastada por los siglos, la memoria
sólo guarda esa noche y su mañana.
Yo anhelaba y temía. Bruscamente
oí el sordo tropel interminable
de una manada atravesando el alba.
Arco de roble, flechas que se clavan,
los dejé y fui corriendo hasta la grieta
que se abre en el confín de la caverna.
Fue entonces que los vi. Brasa rojiza,
crueles los cuernos, montañoso el lomo
y lóbrega la crin como los ojos
que acechaban malvados. Eran miles.
Son los bisontes, dije. La palabra
no había pasado nunca por mis labios,
pero sentí que tal era su nombre.
Era como si nunca hubiera visto,
como si hubiera estado ciego y muerto
antes de los bisontes de la aurora.
Surgían de la aurora. Eran la aurora.
No quise que los otros profanaran
aquel pesado río de bruteza
divina, de ignorancia, de soberbia,
indiferente como las estrellas.
Pisotearon un perro del camino;
lo mismo hubieran hecho con un hombre.
Después los trazaría en la caverna
con ocre y bermellón. Fueron los Dioses
del sacrificio y de las preces. Nunca
dijo mi boca el nombre de Altamira.
Fueron muchas mis formas y mis muertes.



Jorge Luis Borges

Photo: G. M.


Adiós







Nos despedimos en una de las esquinas del Once. Desde la otra vereda volví a mirar; usted se había dado vuelta y me dijo adiós con la mano. Un río de vehículos y de gente corría entre nosotros; eran las cinco de una tarde cualquiera; cómo iba yo a saber que aquel río era el triste Aqueronte, el insuperable. Ya no nos vimos y un año después usted había muerto.
Y ahora yo busco esa memoria y la miro y pienso que era falsa y que detrás de la despedida trivial estaba la infinita separación. Anoche no salí después de comer y releí, para comprender estas cosas, la última enseñanza que Platón pone en boca de su maestro. Leí que el alma puede huir cuando muere la carne. Y ahora no sé si la verdad está en la aciaga interpretación ulterior o en la despedida inocente. Porque si no mueren las almas, está muy bien que en sus despedidas no haya énfasis. Decirse adiós es negar la separación, es decir: Hoy jugamos a separarnos pero nos veremos mañana. Los hombres inventaron el adiós porque se saben de algún modo inmortales, aunque se juzguen contingentes y efímeros. Delia: alguna vez anudaremos ¿junto a qué río? este diálogo incierto y nos preguntaremos si alguna vez, en una ciudad que se perdía en una llanura, fuimos Borges y Delia.


Delia Elena San Marco
Jorge Luis Borges - El Hacedor

Photo: G. M.

Cosmos





Quién contiene a la diversidad y es la Naturaleza
quién es la amplitud de la tierra y la rudeza y sexualidad de la tierra
y la gran caridad de la tierra, y también el equilibrio
quién no ha dirigido en vano su mirada por las ventanas de los ojos
o cuyo cerebro no ha dado en vano audiencia a sus mensajeros
quién contiene a los creyentes y a los incrédulos
quién es el amante más majestuoso
quién, hombre o mujer, posee debidamente su trinidad de realismo
de espiritualidad y de lo estético o intelectual
quién después de haber considerado su cuerpo
encuentra que todos sus órganos y sus partes son buenos
quién, hombre o mujer, con la teoría de la tierra y de su cuerpo
comprende por sutiles analogías todas las otras teorías
la teoría de una ciudad, de un poema
y de la vasta política de los Estados
quién cree no sólo en nuestro globo con su sol y su luna
sino en los otros globos con sus soles y sus lunas
quién hombre o mujer, al construir su casa
no para un día sino para la eternidad
ve a las razas, épocas, efemérides, generaciones.
El pasado, el futuro, morar allí, como el espacio
indisolublemente juntos.



Walt Whitman

Photo: G. M.


alas






yo no se de pájaros
no conozco la historia del fuego
pero creo que mi soledad debería tener alas



Alejandra Pizarnik

Photo: G. M.


15 de junio de 1905





En este mundo, el tiempo es una dimensión visible. Así como puede mirarse a la distancia y ver casa, árboles, picos montañosos que demarcan el espacio, mirando en otra dirección pueden verse nacimientos, matrimonios, muertes que demarcan el tiempo y se extienden oscuramente hasta un remoto futuro. Y así como puede elegirse entre permanecer en un lugar o correr hacia otro, también pueden elegirse los movimientos a lo largo del eje del tiempo.





Algunas personas temen alejarse de un momento agradable. Se quedan muy cerca de una ubicación temporal, y apenas se mueven mas allá de una ocasión familiar. Otros se lanzan temerariamente hacia el futuro, sin estar preparados para la rápida secuencia de los acontecimientos.


Alan Lightman
Sueños de Einstein

Photos: G. M.



20 de junio de 1905





En este mundo, el tiempo es un fenómeno local.
Dos relojes próximos marchan más o menos al mismo ritmo.





Pero los relojes alejados marcan tiempos distintos,

y tanto más cuanto más lejos se encuentran.





Y lo mismo ocurre con los latidos del corazón,

el ritmo de la inspiración y la espiración,
el movimiento del viento entre las altas hierbas.
En este mundo, el tiempo fluye a distintas velocidades
en diferentes lugares.




Alan Lightman
Sueños de Einstein


Photos: G. M.



3 de junio de 1905







Imagina un mundo en que la gente vive sólo un día.
O el ritmo de los latidos del corazón y de la respiración
se acelera hasta que una vida entera
se comprime en una revolución de la Tierra sobre su eje,
o bién la rotación de la tierra se hace tan lenta
que una vuelta completa ocupa toda una vida humana.
En ambos casos, un hombre o una mujer
sólo pueden ver una salida del sol, un ocaso.



Alan Lightman
Sueños de Einstein


Video: G. M.


14 de abril de 1905


















Imagina que el tiempo es un círculo
y se vuelve atrás sobre sí mismo.
El mundo se repite exacta,
infinitamente.

Alan Lightman
Sueños de Einstein


Photo: G. M.

no silence





La música es organización de sonidos, silencios, y duraciones que construyen edificios audibles. La escucha de la música se efectúa en un recorrido que habita una casa, un laberinto, un jardín sonoro. Componer y escuchar música es a veces edificar arquitecturas audibles.

Carmen Pardo Salgado - del prólogo a "Escritos al oído" de J. Cage

Video: G. M.

Silence







La música que prefiero, incluso más que la mía,
es la que escuchamos cuando estamos en silencio.



El silencio





Es muy difícil de escuchar, en el silencio, los otros.
Otros pensamientos, otros ruidos, otras sonoridades, otras ideas.
Cuando se trata de escuchar, se ensaya seguido de encontrarse a sí mismo en los otros. Encontrar sus propios mecanismos, sistema, racionalismo, en el otro.
Y esto es una violencia completamente conservadora.
En lugar de escuchar el silencio, en lugar de escuchar a los otros, esperamos una vez más escucharnos nosotros mismos.

Luigi Nono
El Error como Necesidad


de la noche y sus luces




Toda palabra es como el hilo de un telar
que a cada quien toca enhebrar
para que no se detenga el oficio de tejedor
y por eso en esta alta hora del dolor humano
hay que organizar las tinturas que nos regalan
las flores para dibujar las ramas de los árboles
el ropaje de la noche y la luz girasol de los mediodías
con el violetamor de un amanecer humanecido.



Mery Sananes
Photo: G. M.


El tren de la libertad





La Leica es la pionera de las cámaras de 35mm. En estricto sentido no fue realmente la primera cámara en usar película de 35mm, pero sí fue la primera en recibir gran publicidad y ser comercializada con éxito.
Esta cámara provocó el “boom” de la cámara escondida de los años 30.
Es un típico producto alemán: preciso, minimalista, y tremendamente eficiente. Detrás de su aceptación universal se encontraba una compañía familiar con conciencia social que incluso durante la época de los nazis se comportó con una gracia, generosidad y modestia fuera de lo común.
E. Leitz Inc. La compañía que diseñaba y fabricaba el producto fotográfico más famoso de Alemania salvó a sus judíos.
Ernst Leitz II, el patriarca protestante de ojos color azul acero que estaba al frente de la compañía, actúo de tal manara durante el Holocausto, que se ganó el título del “Schindler de la industria fotográfica”.

George Gilbert, un veterano escritor de temas de fotografía, relató la historia la semana pasada durante la convención de la Leica Historical Society of America en Portland. Leitz, fundada en Wetzlar en 1869, tenía una tradición de excelente trato a sus trabajadores. Pensiones, permisos por enfermedad y seguro médico fueron instituidos desde muy pronto en Leitz, que dependía de una fuerza de trabajo calificada que trabajó para ellos por generaciones, y muchos de ellos eran judíos.
Tan pronto como Adolfo Hitler fue nombrado canciller de Alemania en 1933, Ernst Leitz II comenzó a recibir desesperadas llamadas de sus socios judíos para que los ayudara a escapar del país con sus familias.
Al no ser judíos, Leitz y su familia no eran afectados por las leyes de Nüremberg, que restringían las libertades laborales y de movimiento de los judíos.
Para ayudar a sus colegas y empleados judíos, Leitz rápidamente estableció lo que los historiadores han bautizado “El Tren de la Libertad Leica”, un mecanismo mediante el cual los judíos podían salir de Alemania como supuestos empleados de Leitz.
Empleados, distribuidores, familiares y hasta amigos de las familias fueron “asignados” a las oficinas de Leitz en Francia, Inglaterra, Hong Kong y los Estados Unidos.
Pronto, los “empleados” alemanes desembarcaron del trasatlántico Bremen en Nueva York, dirigiéndose luego a las oficinas de la compañía Leitz en Manhattan, en donde los ejecutivos rápidamente les encontraban trabajo en la industria fotográfica.
Los refugiados recibían un estipendio hasta que encontraban trabajo. En esta migración llegaron diseñadores, técnicos en reparación, vendedores y escritores de la prensa fotográfica.
El Tren de la Libertad Leica se mantuvo discretamente, alcanzando su apogeo entre 1938 y principios de 1939. Terminó cuando Alemania cerró sus fronteras al invadir Polonia el 1º de septiembre de 1939.
Para ese entonces cientos de judíos amenazados habían escapado a Estados Unidos gracias a los esfuerzos de Leitz ¿Cómo fue que Leitz y compañía pudieron lograrlo?
Leitz era una marca con reconocimiento internacional que otorgaba prestigio al nuevo Reich. La compañía fabricaba localizadores de rangos y otros sistemas ópticos para el ejercito alemán. También el gobierno nazi necesitaba divisas con urgencia y el mercado más grande para productos ópticos eran los Estados Unidos.
Aun así, los miembros de la familia Leitz y su compañía sufrieron por sus buenas acciones. Un ejecutivo de alto nivel, Alfred Turk fue encarcelado por ayudar a los judíos y solo pudo ser liberado tras pagar un gran soborno.
Elsie Khun-Leitz, la hija de Leitz fue hecha prisionera por la GESTAPO al ser capturada en la frontera ayudando a escapar a unas mujeres judías a Suiza. Fue liberada después, pero fue tratada con dureza durante los interrogatorios. También cayó bajo sospechas cuando intentó mejorar las condiciones laborales de 700 u 800 prisioneros ucranianos asignados para trabajar en la planta en los años 40.
(Tras la guerra Khun-Leitz recibió numerosos honores por sus esfuerzos humanitarios, entre ellos el Officier d’Honneur des Palms Academique, de Francia, en 1965 y el Aristide Briand Medal de la Academia Europea “Ianthe” en los años 70)

¿Por qué nadie había dicho nada hasta ahora? De acuerdo al ya fallecido Norman Lipton, un escritor y editor independiente, la familia Leitz no deseaba ninguna publicidad por sus heroicos esfuerzos. Solo hasta el fallecimiento del último miembro de la familia Leitz, el “El Tren de la Libertad Leica” fue sacado a la luz.
Ahora es el tema de un libro , "The Greatest Invention of the Leitz Family: The Leica Freedom Train," (El invento más grande de la familia Leitz: “El Tren de la Libertad Leica”) de Frank Dabba Smith, un rabino californiano que actualmente reside en Londres.




sueños






Veo los paisajes soñados con la misma claridad con que miro los reales. Si me inclino sobre mis sueños, es sobre algo sobre lo que me inclino. Si veo a la vida pasar, sueño cualquier cosa.
De alguien dijo alguien que las figuras de los sueños tenían para él el mismo relieve y perfil que las figuras de la vida. Para mí, aunque comprendería que se me aplicase semejante frase, no la aceptaría. Las figuras de los sueños no son para mí iguales a las de la vida. Son paralelas. Cada vida -la de los sueños y la del mundo- tienen una realidad igual y propia, pero diferente. Como las cosas próximas y las cosas remotas. Las figuras de los sueños están cerca de mi, pero (...)

Bernardo Soares

Photo: G. M.




Tocar






Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.



Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.

(Julio Cortázar. Rayuela. Capítulo 7)

Photo: G. M.


180





Hace mucho tiempo que no escribo. Han pasado meses sin que yo viviera, y voy durando, entre la oficina y la fisiología, en un estancamiento íntimo sin pensar ni sentir. Esto, desgraciadamente, es algo que no reposa: en la putrefacción hay fermentación.
Hace mucho tiempo que no sólo no escribo, sino que ni siquiera existo. Creo que apenas sueño. Las calles no son sino para mí. Hago el trabajo de la oficina con conciencia de que lo hago, pero no diría bien si digo que sin distraerme: por detrás de esa conciencia estoy, no meditando sino durmiendo, otro siempre.





Hace mucho tiempo que no existo. Estoy tranquilísimo. Nadie me distingue de quien soy. Me he sentido ahora respirar como si hubiese practicado algo nuevo, o atrasado. Empiezo a tener conciencia de tener conciencia. Tal vez mañana despierte a mí mismo, y reanude el curso de mi existencia propia. No sé si, con ello, sería más feliz o menos. No sé nada. Levanto la cabeza /de paseante/ y veo que, por la cuesta del Castillo, el ocaso opuesto arde en decenas de ventanas, con una reverberación alta de fuego frío. Alrededor de esos ojos de llama dura, toda la cuesta está suave del final del día. Puedo por lo menos sentirme triste, y tener la conciencia de que, con esta tristeza mía se ha cruzado ahora -visto con el oído- el ruido súbito del tranvía que pasa, la voz casual de los conversadores jóvenes, el susurro olvidado de la ciudad viva.
Hace mucho tiempo que no soy yo.

Bernardo Soares

Photos: G. M.