Se acercó a ella.
Recorrió su cuerpo una sensación
de inmensa felicidad por haberla encontrado
y poder estar con ella.
Se sentó junto a ella, él le dijo algo y ella también le habló.
Irradiaba serenidad.
Los gestos de su mano eran lentos y acompasados.
Toda la vida había anhelado aquellos gestos serenos.
Era precisamente aquella serenidad femenina
la que había echado en falta
toda la vida.
Recorrió su cuerpo una sensación
de inmensa felicidad por haberla encontrado
y poder estar con ella.
Se sentó junto a ella, él le dijo algo y ella también le habló.
Irradiaba serenidad.
Los gestos de su mano eran lentos y acompasados.
Toda la vida había anhelado aquellos gestos serenos.
Era precisamente aquella serenidad femenina
la que había echado en falta
toda la vida.
La insoportable levedad del ser.
Milan Kundera.
Milan Kundera.
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