" -No hay elección. Si queremos sobrevivir, tenemos que llegar hasta allí.
Silencio.
Verdun, apoyado en la barra, levantó la mirada hacia los dos.
Baldabiou se empeñó en encontrar todavía un sorbo mas de Pernod en el fondo del vaso.
Hervé Joncour dejó el cigarrillo en el borde de la mesa antes de decir
-¿Y dónde quedaría, exactamente, ese Japón?
Baldabiou levantó el extremo de su bastón, apuntando con él más allá de los tejados de Saint-August.
-Siempre recto.
Dijo.
-Hasta el fin del mundo."
[...]
"Se descorrió un panel de papel de arroz y Hervé Joncour entró.
Hara Kei estaba sentado con las piernas cruzadas en el suelo [...] el único signo visible de su poder era una mujer sentada junto a él, inmóvil, con la cabeza apoyada en su regazo, los ojos cerrados, los brazos escondidos bajo el amplio vestido rojo que se extendía a su alrededor, como una llama, sobre la estera color ceniza [...] intentó explicarle quien era. Lo hizo en su lengua, hablando lentamente sin saber con precisión si Hara Kei era capaz de entenderlo [...] En la habitación todo estaba tan silencioso e inmóvil que pareció un hecho desmesurado lo que acaeció inesperadamente, y que sin embargo no fue nada.
De pronto,
sin moverse lo más mínimo,
aquella muchacha
abrió los ojos."
[...]
"-¿Cómo es el fin del mundo? -le preguntó Baldabiou.
-Invisible."
Fragmentos de Seda
Alessandro Baricco
Silencio.
Verdun, apoyado en la barra, levantó la mirada hacia los dos.
Baldabiou se empeñó en encontrar todavía un sorbo mas de Pernod en el fondo del vaso.
Hervé Joncour dejó el cigarrillo en el borde de la mesa antes de decir
-¿Y dónde quedaría, exactamente, ese Japón?
Baldabiou levantó el extremo de su bastón, apuntando con él más allá de los tejados de Saint-August.
-Siempre recto.
Dijo.
-Hasta el fin del mundo."
[...]
"Se descorrió un panel de papel de arroz y Hervé Joncour entró.
Hara Kei estaba sentado con las piernas cruzadas en el suelo [...] el único signo visible de su poder era una mujer sentada junto a él, inmóvil, con la cabeza apoyada en su regazo, los ojos cerrados, los brazos escondidos bajo el amplio vestido rojo que se extendía a su alrededor, como una llama, sobre la estera color ceniza [...] intentó explicarle quien era. Lo hizo en su lengua, hablando lentamente sin saber con precisión si Hara Kei era capaz de entenderlo [...] En la habitación todo estaba tan silencioso e inmóvil que pareció un hecho desmesurado lo que acaeció inesperadamente, y que sin embargo no fue nada.
De pronto,
sin moverse lo más mínimo,
aquella muchacha
abrió los ojos."
[...]
"-¿Cómo es el fin del mundo? -le preguntó Baldabiou.
-Invisible."
Fragmentos de Seda
Alessandro Baricco