XLVI


DE LAS estrellas que admiré, mojadas
por ríos y rocíos diferentes,
yo no escogí sino la que yo amaba
y desde entonces duermo con la noche.

De la ola, una ola y otra ola,
verde mar, verde frío, rama verde,
yo no escogí sino una sola ola:
la ola indivisible de tu cuerpo.

Todas las gotas, todas las raíces,
todos los hilos de la luz vinieron,
me vinieron a ver tarde o temprano.

Yo quise para mí tu cabellera.
Y de todos los dones de mi patria
sólo escogí tu corazón salvaje.

*
Pablo Neruda


2 comentarios:

Elle dijo...

Neruda enamora.
Que lindo mar!
¿Dónde es?
Ya estoy de regreso, fui unos días a un cho, cerca de Osaka.

Abracito.

il dijo...

Es donde Ud. desee que sea, Señorita.
Beso sus delicadas manos.